;)

;)

miércoles, 10 de diciembre de 2014

lunes, 8 de diciembre de 2014

Preparándonos para la Navidad! :)


La historia es un incesante volver a empezar. "Tucídides"


Feliz Lunes! :)


Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una  calamidad en toda oportunidad.
                                                                                                                                                                                                     Winston Churchill

martes, 28 de octubre de 2014

Royal Bonica


Rosa Royal Bonica

Comienzo de la floración y después cuando abrieron los pimpollos, una nube rosa, preciosa!

lunes, 27 de octubre de 2014

Libélula y Rosa Else Poulsen


Libélula y Rosa Else Poulsen

Pasando un rato en el jardín me encontré con semejante sorpresa, es increíble, cuantas mas flores, mas insectos visitan el lugar, es precioso, siempre vi alguaciles pero nunca una libélula!


...-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
-Lo esencial es invisible para los ojos -repitió el principito para acordarse.
-Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
-Es el tiempo que yo he perdido con ella... -repitió el principito para recordarlo.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...

"El Principito" de Antoine de Saint-Exupéry

jueves, 31 de julio de 2014

"El JARDIN DE LOS NARCISOS" Jaroldeen Asplund Edwards

Varias veces mi hija había telefoneado para decirme:
—Mamá, tienes que venir a ver los narcisos antes de que pase la temporada.
Tenía deseos de ir, pero eso suponía dos horas en automóvil desde Laguna hasta a Arrowhead, en California. Ir y volver me llevaría la mayor parte del día. Y francamente, no tendría un día libre hasta la semana siguiente. Después de la tercera llamada, a regañadientes, prometí:
—Iré el martes.
El siguiente martes fue un día frío y lluvioso. De todos modos, lo prometido era deuda. Así que recorrí el largo trecho de la carretera 91, seguí por la I-215, y finalmente tomé la 18 y empecé a subir por la montaña. Las cumbres estaban cubiertas de nubes, y apenas había recorrido unos kilómetros cuando la vía se cubrió de un manto húmedo y gris de niebla. Aminoré la velocidad al mínimo mientras el corazón me latía desbocado. El camino se volvió angosto y sinuoso en dirección a la cima. A medida que hacía los peligrosos giros a paso de tortuga, oraba para ver la salida a Blue Jay, la cual me indicaría que había llegado. Cuando por fin entré a la casa de Carolyn y abracé y saludé a mis nietos, le dije:
—¡Olvídate de los narcisos, Carolyn! Entre las nubes y la niebla no se ve la carretera. ¡Y sólo conduciría para verte a ti y a estos encantadores niños a los que siempre tengo tantas ganas de ver!
Mi hija sonrió antes de responder con tranquilidad:
—Mamá, nosotros siempre conducimos en esas condiciones.
—Bueno, pero yo no volveré a la carretera hasta que se despeje, ¡y entonces será para volver a mi casa! —le aseguré.
—Esperaba que me llevaras al taller a recoger mi automóvil. El mecánico acaba de llamar para decir que ya terminaron de repararlo —comentó.
—¿Está muy lejos? —pregunté con cautela.
—A unas cuantas cuadras —respondió Carolyn alegremente.
Así que pusimos los niños en mi automóvil, y partimos.
—Conduciré yo, que estoy acostumbrada a hacerlo en estas condiciones —dijo Carolyn, y se puso al volante.
Al poco rato me di cuenta de que íbamos de nuevo en dirección a la cumbre.
—¿Qué haces! —exclamé, angustiada por estar de vuelta en aquel camino envuelto en niebla—. ¡Por aquí no se va al taller!
—Tomaremos el camino largo, el de los narcisos —respondió Carolyn con una sonrisa.
—Carolyn —dije con voz muy seria, procurando sonar aún como una madre dueña de la situación—, haz el favor de dar la vuelta. No hay nada en el mundo que tenga tantas ganas de ver como para ir por este camino con un tiempo así.
—No te preocupes, mamá —contestó con una sonrisa maliciosa—. Sé lo que hago. Te prometo que jamás te lo perdonarías si te perdieras esta experiencia.
Mi queridísima hija, que jamás me ha dado un disgusto en su vida, de pronto se adueñó de la situación. ¡Me había secuestrado! No lo podía creer. Me gustara o no, nos dirigíamos a ver unos ridículos narcisos, conducíamos en medio del silencio espeso y gris de la neblina que envolvía la cima. Pensaba que nuestra vida o nuestra integridad física corrían peligro.
Refunfuñé todo el camino. Al cabo de unos veinte minutos torcimos y tomamos un camino de gravilla que descendía y se bifurcaba en una hondonada llena de robles a un lado de la montaña. La niebla se había disipado un poco, pero el cielo estaba encapotado con grises nubarrones.
Nos detuvimos en un reducido estacionamiento junto a una capilla de piedra. Desde la cima se divisaban entre la niebla las cumbres de la Sierra de San Bernardino como los abultados y oscuros lomos de una manada de elefantes. Muy a lo lejos, hacia abajo, la niebla envolvía los valles, las colinas y las planicies que se extendían en dirección al desierto.
En el rincón más apartado de la iglesia vi un sendero cubierto de agujas de pino, y a los dos lados había árboles de hoja perenne y arbustos de gayuba o manzanita. Un discreto letrero rezaba: «Al jardín de los narcisos».
Cada una tomó a un niño de la mano, y Carolyn nos guío por el sendero que serpenteaba entre los árboles. La montaña se alejaba del camino por una ladera con hondonadas irregulares, pliegues y valles que le daban la apariencia de una falda muy plisada.
Robles, kalmias y otros diversos arbustos se agrupaban en los pliegues. El aire ceniciento impregnado de llovizna daba un aspecto apagado y monocromático al follaje. Temblaba de frío. Entonces doblamos un recodo, y al levantar la vista me quedé boquiabierta. Ante mis ojos tenía el paisaje más grandioso, inesperado y espectacular. Parecía que hubieran derramado una enorme vasija de monedas oro por las laderas, cubriendo todos los accidentes del terreno. Aun con la espesa neblina, la ladera estaba radiante, ataviada con enormes manchones y cascadas de narcisos. Las flores estaban plantadas formando unos diseños majestuosos que se arremolinaban en amplias franjas de intensos tonos de blanco, amarillo limón, rosa salmón, azafrán y amarillo pálido.
Cada variedad (más tarde me enteré de que en aquella amplia exhibición había más de treinta y cinco variedades de narcisos) se había sembrado con los de su mismo color, de modo que formaba un río de esa tonalidad.
En el centro de aquella increíble y deslumbrante exhibición dorada, una larga sucesión de jacintos morados se dejaba caer como una cascada de flores envueltas en un cuenco de piedras alineadas que asomaban entre los luminosos narcisos.
Un sendero serpenteaba por el jardín. Había varias zonas de descanso empedradas y amuebladas con bancos de madera y jardineras llenas de tulipanes color carmín y coral. Por si aquello no fuera suficientemente esplendoroso, la madre naturaleza tenía que añadir su nota personal de gracia. Por encima de los narcisos, una bandada de azulillos de garganta azul sobrevolaba luciendo su hermoso plumaje. Esos encantadores pajarillos son del color del zafiro y tienen el pecho de un rojo que tira a morado. Mientras danzaban en el aire, relucían como piedras preciosas que contrastaban con el vivo color de los narcisos. El efecto era impresionante.
Daba igual que no hiciera sol. La luminosidad de los narcisos era como la del más radiante día soleado. Las palabras, tan maravillosas que son, no alcanzan a describir la increíble belleza de aquella cima florida. ¡Eran unas dos hectáreas de flores! (También de esto me enteré más tarde, cuando se respondieron algunas de mis preguntas).
—¿Quién ha hecho esto? —pregunté a Carolyn. Agradecía en el alma que me hubiera llevado allí, aun contra mi voluntad. Era una de esas experiencias que solo se tienen una vez en la vida.
—¿Quién…? —pregunté de nuevo, casi muda del asombro—. ¿Y cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo?
—Una sola señora lo hace —respondió Carolyn—. Vive en este terreno. En esa casa.
Señaló una casa bien cuidada, que se veía pequeña y modesta en medio de tanta belleza.
Caminamos hacia la casa. La cabeza me bullía de interrogantes. Al llegar vimos un cartel que decía: «Respuestas a las preguntas que sin duda quiere hacer». La primera era sencilla: «50.000 bulbos». La segunda decía: «Plantados de uno en uno por una sola señora, con dos manos, dos pies y un cerebro chiquitito». Y la tercera: «Empecé en 1958».
Eso era. El jardín de los narcisos.
daffodils
Fue una experiencia inolvidable. Pensé en aquella señora desconocida que hacía más de treinta y cinco años había empezado a plantar bulbos con vistas a poner belleza y alegría en la cima de un cerro escondido. Bulbo a bulbo.
Y no había otra forma de hacerlo. Bulbo a bulbo. Sin atajos. El lento proceso de plantar con amor. Trabajar con amor en algo que aumentó a paso muy lento y florecía durante apenas tres semanas al año. Pero plantando un bulbo tras otro año tras año había transformado el mundo.
Aquella señora desconocida había transformado para siempre el mundo en que vivía. Había creado algo de inefable magnificencia, belleza e inspiración.
El jardín de los narcisos enseña uno de los principios esenciales para celebrar la vida: aprender a avanzar paso a paso hacia nuestros objetivos —en muchos casos, con pasos minúsculos—; aprender a hacer las cosas con amor dejando que se vaya acumulando su efecto con el tiempo.
Si sumamos breves espacios de tiempo a nuestro esfuerzo diario, también descubriremos que podemos lograr algo magnífico. Podremos cambiar el mundo.
—Carolyn —le dije aquella mañana en la cumbre cuando nos marchábamos, con el alma y el corazón embargados por el esplendor que habíamos visto—, ¡es como si esa extraordinaria señora hubiera bordado la tierra! Imagínate. Plantó los bulbos durante más de treinta años. ¡Uno por uno! Solo de esa forma podía crear un jardín así. No hay forma de acelerar el proceso. Dos hectáreas de flores. ¡Y la espectacular cascada de jacintos! Todo sembrado bulbo a bulbo.
No podía dejar de pensar en ello. Lo que había visto me había dejado pasmada.
—En cierto modo me entristece —le reconocí a Carolyn—. Qué habría logrado yo si hace treinta y cinco años se me hubiera ocurrido algún objetivo maravilloso y hubiese trabajado bulbo a bulbo todos esos años. Imagínate. ¡Lo que podría haber hecho!
Mi sagaz hija puso en marcha el automóvil y resumió el mensaje del día con su habitual estilo directo.
—Empieza mañana —dijo con la misma sonrisa astuta que había tenido todo ese rato. ¡Cuánta sabiduría!
No tiene caso pensar en las horas perdidas del ayer. Para extraer una enseñanza gozosa en vez de sentir remordimiento, basta con preguntarse: «¿Qué provecho puedo sacarle mañana?»http://mundo-mejor.es/blog/?p=62

domingo, 13 de julio de 2014

Esperando la primavera! ;)

Dejando lugar para que se desarrolle bien la planta de Narciso, quite una suculenta y una planta de puerro,  la primera termino en una maceta abondanada, y el segundo, en la huerta.
La maceta grande tiene Aloe con flor amarilla, es preciosa, también hay  suculentas en tonos rojos; narcisos;  puerros y semillas de amapolas que están  esperando la primavera, todavía no se como quedara, pero me imagino que me va a sorprender!.

viernes, 11 de julio de 2014

MERMELADA DE NARANJAS AMARGAS
Ingredientes:
Naranjas amargas
Azúcar
Agua

  • ·        Lavar las naranjas y hervirlas por 30 minutos.  Retirarlas, cuando están frías o tibias, cortarlas al medio, retirar la pulpa con las  semillas, poner a hervir con un poco de agua, litro de agua durante 20 minutos aprox.,  luego pasar esta mezcla por un colador así les sacamos las semillas y desechos.
  • ·        La cáscara cortarla en juliana y reservar.
  • ·        Poner en un bol  las cáscaras cortadas en juliana  junto con la pulpa hervida  y agregar aproximadamente 750 gr o un poco más de azúcar por kg de naranjas, todo depende de lo dulce que lo quieras, dejarlo reposar toda la noche. 
  • ·        Cocinar la preparación arriba de una placa de fundición a fuego moderado hasta que hierva, luego bajar  el fuego a mínimo y revolver para que no se pegue, en lo posible, dejarlo descansar y retomar al día siguiente hasta que tenga la consistencia deseada.
  • ·        Guardar en frascos esterilizados, dejar reposar como mínimo 2 meses, queda mucho mejor,  aunque en casa la consumimos enseguida  y regalamos, pero ahora voy a guardar frascos para tener fuera de temporada.

Queda riquísima con queso fresco!, y para el desayuno con tostadas de pan de salvado!.
http://jazminfucsia.blogspot.com.ar/
http://jazminfucsia.blogspot.com.ar/


Feliz Viernes! ;)


miércoles, 9 de julio de 2014

"No digas a Dios que tienes un gran problema, dile al problema que tienes un gran Dios". José Luis Prieto


Feliz miércoles! ;)





DAR SIEMPRE LO MEJOR
Da siempre lo mejor, y recibirás lo mejor.  A veces las personas son egoístas, ilógicas e insensatas y si tú eres amable, las personas pueden mirarte como extraño o interesado;  aun así se amable.
Si eres un vencedor  tendrás amigos,  algunos falsos, así como algunos enemigos verdaderos; aun así vive como un vencedor.
Si eres honesto y sincero, las personas pueden engañarte; aun así, se honesto y veraz.
Lo que tardaste años en construir, alguien puede destruirlo en minutos; aun así edifica.
Si tienes paz y eres feliz, las personas pueden sentir envidia; aun así sé feliz.
El bien que hagas hoy, puede ser olvidado mañana; aun así no dejes de hacer el bien.
Dale al mundo lo mejor de ti y aunque eso nunca sea suficiente; sigue dando lo mejor de ti mismo.
Y recuerda que, al fin de cuenta estas cosas son entre tú y Dios.
Nunca fue algo entre tú y ellos.

Madre Teresa de Calcuta